REFLEXIÓN DE LA SEMANA

"Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber"

Albert Einstein

jueves, 4 de febrero de 2010

UNA UVITA VIEJITA


Una linda y risueña uvita, nació en California.

Todos los días se bañaba con el rocío de la alborada.
Se quitaba las ojeras con un gajo de naranja y las lagañas no se las quitaba...
se lavaba su carita, su colita y los dedos de sus patitas mientras los rayos del sol solo secaban sus orejitas...

La uvita se ponía muy bonita al terminar la mañana
poniendo a broncear su pancita y sus ponpitas casi al llegar el atardecer...

Y así anochecía y se quedaba dormida con el manto del universo
el espectáculo de las estrellas fugaces que deslumbraba en sus dientes
blanquecinos que cepillaba antes de ponerse su pijama de rayitas...

La uvita vivía en la danza agraciasa del campo
en una idea hermosa de existir...

Hasta que un día llegaría un camión más viejo y menos robusto que un minibus,
estamos hablando de una pipa que en sus letreros laterales decía más o menos así... Vinos de California se hacen los vinos más deliciosos del muindo. Y con letras pequeñitas casi hasta el final de la panza del camión la orgullosa Marca Patito...


Entonces, la uvita se asustó tanto
pues no quería morir aplastada embotellada como chorrillo
etiquetada como moco y puesta a la venta en una tienda de vinos en navidad...

No ambicionaba ser parte de seguir emborrachando a la gente...

Pobre uvita, no sabía qué hacer
se aferró fuertemente con todas sus manitas
y no le importó quedar molacha... pues al tratar de arrancarla
se agarraría fuertemente de sus dientes que ya no eran blanquecinos...

La uvita le ganó la batalla al campesino



y el sol y la luna y las estrellas la acompañaron por todos los días de su molacha vida haciéndose viejita y arrugadita...

Convirtiéndose en una linda pasita...

Antes de morir le pidió un último deseo a la madre naturaleza
que este día mi niño tu jugaras con ella en un grande y frondoso viñedo...


Cuento: Raúl Gallegos Martínez